domingo, 17 de diciembre de 2017

La súbita reinvención de Arabia Saudí

BARCELONA.- Arabia Saudí está cambiando. En 1932, la llegada al poder de la familia Al Saud consolidó la creación del Estado, que trabaja de la mano del wahhabismo, una de las corrientes más ultraconservadoras y radicales del islam que desde entonces domina los sistemas religiosos y legales del país.

Pero la llegada de Mohammed Bin Salmán, de 31 años, como príncipe sucesor del rey Salmán, está marcando un antes y un después en la forma como el reino petrolero se enfrenta a los nuevos tiempos.
La más reciente de esas medidas es el levantamiento de la prohibición del cine en el país, que se sumó a la creación de un ministerio para el entretenimiento, que entre otros ofrece conciertos de pop. Esto en un reino donde la diversión pública estaba prohibida.
Eduard Soler, investigador experto en Oriente Próximo del Centro de Barcelona para Asuntos Internacionales (Cidob), dijo que “en Arabia Saudí se respiran aires de cambio. Pero no son cambios políticos. La democracia no está en la agenda. Se trata de cambios sociales, en la forma de vida”.
Salmán está alterando el modelo tradicional del gobierno saudí en varios frentes a la vez, con una disminución gradual de las estrictas restricciones sociales del país.
Para ello adelantó un plan que cambia situaciones de la vida cotidiana de los saudíes, pero que no debilita el ultraconservatismo tradicional que ha hecho que Amnistía Internacional reporte al país como uno de los máximos perpetradores de violaciones a los derechos humanos.
La asistencia a eventos deportivos era una actividad exclusiva para hombres. Ahora, las mujeres también podrán hacerlo tras solicitar el permiso o acompañamiento de una figura masculina de su familia. Haizam Amirah Fernández, investigador principal de Mediterráneo y Mundo Árabe del Real Instituto Elcano, dice que “aunque esta reforma alude al plan de modernización del príncipe, un principio de igualdad entre hombres y mujeres está muy lejos, pues gran parte de la misma población saudí reclama un islam ortodoxo”.

‘Niqab’, al volante
Las miradas que sobresalen entre el tono oscuro del niqab –vestimenta para las mujeres en sitios públicos– ahora pueden verse tras el timón de un automóvil en las calles de las ciudades gracias a la orden que les otorga permiso para conducir, acto del que estaban vetadas por un edicto religioso según el cual las mujeres que conducen cometen pecado.
Para Amirah Fernández, “este es un intento por incluir a Arabia en la normalidad de otros países en los que esta medida es fehaciente. Lo que cambia aquí es la imagen del país. Ellas seguirán sin poder asistir a centros académicos y seguirán reprimidas para elegir una carrera universitaria”.
De otra parte, el retiro de la prohibición sobre el cine ordena la apertura de nuevas salas para el 2018. Arabia Saudí tuvo multicines en los años 70, pero los clérigos persuadieron a las autoridades para clausurarlos por considerarlos una amenaza a la identidad religiosa. “No le abras la puerta al diablo”, solían decir.
Ahora, en manos de Salmán, el reino preve aumentar el presupuesto para actividades culturales. Sin embargo, Amirah Fernández asegura que “la pregunta es ¿qué tipo de cine va a transmitirse? Porque el control de los contenidos sigue bajo regulación del poder legislativo del clero”.
Aunque Arabia Saudí parezca estar al borde de grandes transformaciones, el alcance de estos cambios puede ser limitado. Soler afirma que “la sociedad saudí no es especialmente liberal, pero sí quiere disfrutar de mínimos espacios de libertad y hay bastante escozor con la impunidad que tiene la policía religiosa. Pero el país seguirá siendo una sociedad muy conservadora en la que el islam seguirá desempeñando un papel central”.
Además, las decisiones del príncipe no han caído bien en su propia corte. Eckart Woertz, investigador principal de Oriente Próximo del Cidob, dice que “el nuevo príncipe está haciendo muchos enemigos dentro de su propio país, dentro de la familia del reino y dentro del círculo religioso. Enemigos poderosos”. De hecho, se recuerda la reciente purga en la cual cercanos familiares terminaron detenidos en hoteles de lujo.
Pero la oposición interna del régimen es cada vez más poderosa. “El príncipe es bastante autoritario, dice que va a cortar la influencia de los clericales, pero vamos a ver una oposición conservadora religiosa por fuera de los círculos oficiales”, asegura.
Al parecer, este tipo de reformas sociales van en busca de la inclusión del alejado reino saudí en un mundo globalizado. Según Woerzt, “lo que el príncipe busca es el acercamiento a otros países, pero esa promesa de modernizar el país es demasiado optimista. Por ahora, Arabia Saudí no puede ser competitiva con países asiáticos o europeos en sectores modernos”.
Es complejo prever hacia dónde va el reino, que se ha caracterizado por tener un sistema en el cual las decisiones tardan mucho en tomarse, pues media un acuerdo entre la casa real y el clero.
Esto ha cambiado, según Soler. “Al príncipe le gusta tomar riesgos y toma decisiones de forma rápida, autoritaria e impulsiva”, lo cual pone a los saudíes y al resto del mundo a la espera de golpes de efecto propios del carácter de Salmán.
Ordenar un cambio de valores sociales puede tomar un tiempo considerable cuando se trata de un país como este, donde, según Woertz, “la misma población es aún más conservadora que el Gobierno y el clero juntos”.

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