viernes, 14 de julio de 2017

El poder de la OPEP, a prueba ante la nueva geografía del petróleo

LONDRES.- La OPEP vuelve a enfrentarse al desafío de mantenerse como el regulador del mercado del oro negro, ante la abundancia del petróleo de esquisto estadounidense, que obstaculiza los esfuerzos del cártel para hacer que los precios suban.

A pesar del acuerdo inédito firmado a finales de 2016 entre los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y otros países externos, como Rusia, para reducir la producción de hidrocarburos, los mercados siguen inundados por la oferta, especialmente por el crudo de esquisto estadounidense, lo que impide un verdadero aumento de los precios.
El pacto, que estaba previsto que durara seis meses, fue prolongado por nueve meses más, pero por el momento no ha logrado un verdadero resultado positivo.
"La OPEP funcionaba bien cuando el barril marginal de los países de la OCDE era el del mar del Norte, y por tanto a 50, 60 o 70 dólares en costos de producción; pero cuando la competencia es mucho menos cara, ya no funciona", resume Thierry Bros, investigador en el instituto de estudios de energía de Oxford.
Mohamed Barkindo, secretario general del cártel, volvió a defender esta semana una "decisión histórica" que da muestra de la capacidad de adaptación de la organización.
No es la primera vez que la OPEP, creada en 1960, no alcanza su objetivo de inmediato. En 2008, fueron necesarias tres reducciones de la producción en cuatro meses para lograr un efecto duradero.
Esta vez, vuelve a plantearse la posibilidad de una nueva etapa, ante la reunión a finales de julio en San Petersburgo, Rusia, del comité de seguimiento del acuerdo.
Este pacto marca "una nueva situación", con una especie de "institucionalización" de la cooperación entre los países miembros del cártel y los otros productores, a través del comité de seguimiento, señala Ben Yerglin, vicepresidente de IHS Markit.
Pero el gran volumen, la cantidad de productores independientes, el ciclo de desarrollo corto y la capacidad para reducir costos rápidamente del petróleo de esquisto estadounidense crea una situación nueva, según Yerglin.
Con el surgimiento, además, de otros productores como Brasil y México, existe "una cantidad de opciones diferentes en el mercado", y eso "crea presión sobre la OPEP", explica Sarah Emerson, presidenta del gabinete Energy Security Analysis, con sede en Estados Unidos.
La producción del cártel apenas representa un tercio de la oferta mundial, frente al 40% de hace 10 años.
Muestra de lo inédito de esta situación, la OPEP intentó acercarse a los principales encargados del crudo de esquisto estadounidense el pasado marzo en Houston.
"Nos reunimos con ellos e iniciamos un diálogo", transmitiendo el mensaje de que asegurar la estabilidad del mercado "es una responsabilidad compartida, que necesita una acción conjunta", afirma Barkindo.
Aunque la influencia de la institución se vea perturbada, los expertos no creen que haya un debilitamiento de los productores históricos.
La OPEP la componen 14 países, pero "al final, solo cinco son relevantes: Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Irán e Irak, y todavía tienen mucho poder, porque tienen los costos de producción más bajos de la industria", explica Emerson.
"Si quisieran, podrían aumentar fuertemente su producción y destruirían a todos los demás productores". Pero eso reduciría mucho sus ingresos y no lo hacen "por miedo a la reacción de su población", añade.
La influencia de la OPEP, además, no sólo se mide por su capacidad para aplacar la abundancia de oferta.
En una situación inversa, es decir, si hubiera una escasez provocada, por ejemplo, por problemas políticos, "todo el mundo se lanzaría a marcar el número de teléfono del ministro de Petróleo saudí", asegura Francis Perrin, presidente de Stratégies et politiques énergétiques.

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