MADRID.- Lejos de calmarse, las aguas bajan cada vez más bravas en el conflicto diplomático que varios países vecinos de Qatar, liderados por Arabia Saudí, han iniciado contra el emirato, al que acusan
de dar apoyo al terrorismo islámico. Una circunstancia que empieza a
poner en guardia a los grandes grupos constructores que en su día se
beneficiaron del ambicioso plan de infraestructuras del país, diseñado
en torno a la organización de la Copa Mundial de fútbol de 2022.
Estas empresas, entre las que se encuentra ACS,
están estudiando abandonar Qatar o bien reducir al mínimo su presencia
en el país si la escalada de tensión diplomática prosigue en aumento, revela hoy Voz Pópuli.
La alarma ha saltado especialmente entre las
compañías que están llevando a cabo obras de infraestructuras
directamente relacionadas con el Mundial de fútbol, como son los estadios. Sin embargo, muchos otros proyectos, entre ellos carreteras, aeropuertos e infraestructuras relacionadas con el transporte,
fueron lanzados en su día por el Gobierno qatarí con el objetivo de
preparar al país para albergar uno de los acontecimientos con mayor
afluencia de visitantes del mundo.
El plan qatarí está valorado en más de 150.000 millones de euros,
lo que hizo que las grandes empresas del sector destinaran cuantiosos
recursos para implantarse en el país. Sin embargo, los temores a que la
situación se revierta han hecho que muchas de ellas piensen en un serio
repliegue.
En el caso de ACS, la compañía, muy presente en Qatar sobre todo a través de sus filiales internacionales Hochtief y Cimic,
no logró hacerse con contratos para la construcción de estadios pero sí
participa de forma activa en el plan de infraestructuras. La empresa se
adjudicó una carretera por unos 1.200 millones de euros y también es uno de los principales constructores del tranvía de Doha, la capital del emirato, con contratos por un importe cercano a los 400 millones de euros.
Temor a un bloqueo saudí
Dos
son las principales inquietudes de los grupos que han apostado de forma
notable por Qatar. En primer lugar, que el conflicto diplomático con
Arabia Saudí, Bahrein, Emiratos Árabes y Egipto
repercuta en la economía del país debido a una posible ruptura de
relaciones comerciales. Las primeras tensiones se han reflejado en el
sector de las aerolíneas. Compañías como Etihad, Emirates o Saudia, controladas por gobiernos de los países que se han levantado contra Qatar, han dejado de volar al emirato.
El temor es que entre las consecuencias de este episodio se encuentre un recorte de la inversión en infraestructuras,
lo que impediría justificar la inversión y los recursos de los grandes
grupos constructores en el país. Además, también pondría en peligro la
ejecución de algunos de los contratos más destacados.
Por otro lado, las empresas también han valorado el riesgo que supondría afrontar posibles sanciones
por parte de los países que han iniciado la cruzada contra Qatar,
especialmente Arabia Saudí. La mayoría de las constructoras que trabajan
en grandes contratos en Qatar también tienen notables intereses en
Arabia Saudí.
Planes de contingencia
ACS
es un caso muy claro. El grupo español tiene presencia en el país a
través de contratos en diversos sectores industriales, especialmente el energético, con la construcción de gasoductos y centrales de ciclo combinado, entre otros.
Hace
unas fechas, la prensa británica se hacía eco del temor de algunas de
las grandes firmas anglosajonas, tanto de construcción como de
ingeniería, con intereses en Qatar. Los planes de contingencia están preparados porque, por el momento, la tensión diplomática no hace sino incrementarse a diario.
Ninguna compañía quiere tener problemas con Arabia Saudí. Y menos, ser señalada por un referente
de tal importancia en la región de Oriente Medio. Los próximos
acontecimientos determinarán en qué medida se aplica el repliegue.
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