Hasta tiempo bien reciente pocos habrían suscrito la hipótesis de que
los precios del petróleo se podrían estabilizar, recuperándose, por vía
de un pacto de colaboración entre el Reino de Arabia Saudí y la
Federación Rusa. Mediante el comunicado emitido al respecto hace poco
más que unas horas desde la Conferencia de los 20 que se celebra en
China ya sabemos que tal hipótesis se ha vuelto carne de realidad
consumada. Una certeza que se ha hecho preceder de, al menos, una
involución del ciclo insistidamente bajista del primer semestre de este
año de 2016: en el que las puntuales instalaciones del Brent en los 50
dólares el barril eran, nunca mejor dicho, flor de un día.
La recuperación de los precios del crudo venía determinada por el
cambio tecnológico habido en los procedimientos de su extracción, que
habían recrecido los rangos de su oferta en los mercados. Algo que se ha
sumado, de un punto, al descenso global de la demanda consecuencia de
la crisis económica general, y de otro, a la propia incapacidad de la
OPEP para ajustar la exportación de crudo a la disminuida demanda
mundial de petróleo. Pero es que al propio tiempo, la normalización de
la capacidad exportadora de la República Islámica de Irán tras de la
renuncia a su programa nuclear, había sobredimensionado la interna
tensión exportadora del sindicato petrolero.
De sobra sabidos son los efectos que toda esta dinámica ha tenido, en
lo político, dentro países exportadores de petróleo como Venezuela,
dónde la pésima gestión de sus recursos económicos ha traducido la caída
del precio del barril en una explosión sistémica de anorexia nacional.
Hasta el punto de que el Gobierno cubano se ha visto obligado a pedirle a
la Federación Rusa que le aporte el petróleo que Venezuela le
suministraba en pago a multiservicio asistencial que le presta desde la
Sanidad a la Seguridad política y la defensa militar.
De otro punto y desde la perspectiva política, la establecida
concertación ruso-saudí en la oferta global del petróleo para una
estabilización al alza del precio del barril, incluye tanto la
concurrencia rusa con el Gobierno de Ryad en la Cumbre petrolera de la
OPEP de Viena, en el mes de Noviembre, y en el argelino Foro
Internacional de la Energía que se celebrará el próximo día 26, y dónde
la Rusia postsoviética de Vladimir Putin espera resintonizar en rangos
de antaño, de parejo modo a cómo Moscú lo hacía en la Argelia de
Bumedian. El precio del petróleo hace, entre otras muchas decisivas
cosas, extraños compañeros de cama.
(*) Periodista español
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